jueves, 31 de enero de 2013

Cateterismo cardiaco

                                 

Mientras que iba subiendo a la UCI, a la sala de hemodinámica, me surgían miles de preguntas, ¿Entenderé cómo están realizando el cateterismo? ¿Por qué? ¿El enfermero cómo actuará? ¿Cómo tendré que actuar yo el día de mañana si estoy trabajando en ello? ¿Y el paciente, qué sentirá?

 

Un cateterismo es una prueba diagnóstica y/o de tratamiento que consiste en la introducción de un catéter (sonda flexible) desde un vaso (vena o arteria) hasta el interior de las cavidades del corazón (aurículas y/o ventrículos).

 

                                



 El estudio no requiere de preparación previa por parte del paciente salvo evitar la ingesta de líquidos y sólidos 8 horas antes.

Debe realizarse un estudio previo al procedimiento (analítica de sangre con estudio de la coagulación y estudio cardíaco).
Al paciente se le solicitará la firma de un consentimiento informado.
Además debe evitar la toma de cierto tipo de medicación días previos al estudio como anticoagulantes, antiagregantes o viagra.

Esto se realiza en la unidad de Hemodinámica del centro médico u Hospital por parte de personal especializado en condiciones de asepsia.
El paciente debe desnudarse y se le facilita una bata para cubrirse. Se le administrará un sedante suave y permanecerá tumbado sobre una camilla durante el estudio. Se procede a la colocación de sensores que medirán las constantes vitales (pulsos, frecuencia respiratoria, frecuencia cardíaca y cifras de tensión arterial). El médico localizará el vaso a través del cual insertará el catéter (vena o arteria, dependiendo de las razones por las cuáles se realice el estudio) generalmente del cuello, brazo o ingle; desinfectará la zona, inyectará una pequeña cantidad de anestésico local, realizará una pequeña incisión y procederá a la inserción del catéter hasta el interior de una de las cavidades del corazón. Una vez colocado el catéter y si se desea realizar una coronariografía, se inyectará una pequeña cantidad de contraste yodado en el interior de la cavidad, se esperará a su completa distribución por las arterias del corazón y se procederá a su visualización a tiempo real con la ayuda del fluoroscopio.
El estudio suele durar una hora.

Durante el cateterismo el paciente sentirá molestia pero no dolor, puede sentir un pinchazo y sensación de quemazón durante la administración del anestésico local y sentir una sensación de presión a medida que el catéter avanza hacia el corazón.
Puede aparecer sofoco, náusea o vómito ocasional en los estudios que requieren la administración de contraste.
 
Se encuentran como riesgos: sangrado o hematoma en la zona de la incisión, infección en la zona de la incisión, lesión y sangrado del vaso al colocar el catéter, infección generalizada (raro), alergia al contrate yodado, hipotensión, trombosis vascular (raro), embolia (raro), alteración de la frecuencia cardíaca, arritmia cardíaca, angina o isquemia cardíaca (raro).

El cateterismo cardíaco es una prueba conocida y utilizada en el campo de la Cardiología que aporta información objetiva sobre alteraciones que afectan al corazón o a sus arterias.
Puede utilizarse con fines diagnósticos y terapéuticos.
A nivel diagnóstico permite valorar el estado de las cavidades del corazón (aurículas y ventrículos), de las arterias del corazón (arterias coronarias), de la contracción de los ventrículos, del estado de las válvulas del corazón, etc.
A nivel terapéutico permite corregir estenosis de las arterias coronarias, reparar defectos congénitos o defectos en las válvulas cardíacas, introducir ciertos tratamientos como fibrinolíticos, etc.
La coronariografía es una prueba básica para el estudio y tratamiento de pacientes con enfermedad coronaria (angina o infarto).

Pude seguir un control del cateterismo, explicándome el procedimiento y todo lo anteriormente descrito, sin oportunidad de que me invadieran preguntas ya que o me eran contestadas o en el momento, por ser nuevo para mí, debido a la nueva información, no me surgían.

Aquí dejo una bibliografía que aumenta la información que he plasmado y sirve de ayuda para ampliar conocimientos acerca del estudio.

Artazcoz A, Espelosín A, Jimeno Y, Martín E, Soria M. Cateterismo cardíaco. Actuación de enfermería en una unidad de críticos. Enferm Intensiva 2006; 17(1): p 3-11



martes, 29 de enero de 2013

En mí


Hace unos años a mi edad de los 18, fui intervenida de las amígdalas.
En el tramo nasofaríngeo, al fondo del paladar, se ubican estas formaciones de tejido linfático que cumplen una función inmunológica al producir inmunoglobulinas. Sin embargo, muchas veces las infecciones se dan en las propias amígdalas, lo que hace que éstas se inflamen, enrojezcan y duelan y se forme un cuadro de amigdalitis. Se da justamente como una reacción frente a gérmenes patógenos, pero también pueden inflamarse por causas inmunológicas y otras de origen desconocido.
Dicha cirugía se llama amigdalectomía y consiste en la extirpación de estas, por presentar amigdalitis crónica.
Siendo los riesgos de cualquier anestesia: reacciones a los medicamentos y problemas respiratorios y de cualquier cirugía: sangrado e infección.

Ya había sido avisada que el postquirúrgico de la cirugía no era igual para la edad pediátrica que para el “adulto”, aunque nunca entendí porqué y a qué se debía.
En teoría el adulto tiene creado por completo su sistema inmune, por lo que posee más protección ante agentes extraños, procedimientos, cirugías por las que intervenirle que a un niño.

Tras mi experiencia y posteriores de gente conocida que había sido intervenida por lo mismo, había obtenido el mismo resultado que el mío, un postquirúrgico de lo más fatídico.

Ahora ha venido a mí esta incertidumbre debido al ingreso de Miguel de 17 años de edad, con la misma sintomatología posterior a la cirugía que padecí yo.
Y tras realizarme preguntas sobre la verdadera eficacia de la cirugía en el adulto, la respuesta la encontré en:
Cada uno de los eventos de amigdalitis se puede solucionar con fármacos, pero a veces hay que recurrir a su extracción, que se hace habitualmente en niños de entre dos y siete años, etapa en la que se produce el mayor desarrollo de tejido amigdaliano y de su actividad inmunológica. Luego, la frecuencia de amigdalitis va decayendo con la edad, hasta hacerse infrecuente en la adultez. Esta "normalidad" de la infancia, se hace anecdótica en los adultos, que en casos graves deben someterse a la cirugía, a pesar de tener el tejido linfático más desarrollado y de responder con mayor rapidez a las infecciones.
Los episodios de amigdalitis crónica en adultos son mal tolerados, evolucionan con fiebre, compromiso del estado general y mucho dolor, lo que significa un problema en su calidad de vida si estos cuadros se repiten con frecuencia. Por eso, se decide sacar las amígdalas.

A diferencia de los niños, la cirugía es más difícil de efectuar en adultos porque puede presentar más sangramiento y dolor postoperatorio. Pero si el paciente es operado en la mañana y no se presentan hemorragias, debería ser dado de alta esa misma tarde y tendrá que seguir un tratamiento de antibióticos y analgésicos para el dolor.
  
Aproximadamente, a los siete días de realizada la cirugía, se desprende del paladar una escara que cubre la zona intervenida, lo que podría producir un poco de sangramiento, pero después de una semana más, el sector debería haber cicatrizado completamente.

Otra molestia postoperatoria puede ser el dolor al tragar (que puede irradiarse al oído) y, para evitarlo, se recomienda no ingerir alimentos que raspen la garganta (galletas, por ejemplo) y seguir una dieta blanda fría hasta el tercer día (como papillas, helados, jaleas y yogures), continuar con comidas blandas tibias (sopas, tallarines, pan blando) y al décimo día, volver a la dieta normal. Además, hay que hacer reposo relativo (sin actividad física) por dos semanas y no realizar higiene dental en la parte posterior de la boca.


¿Se sacan completamente las amígdalas? De no ser así, ¿puede volver a haber amigdalitis? 
Si llegan a quedar residuos del tejido amigdaliano (lo que no es infrecuente), normalmente no significa ningún problema, pero en algunos pacientes estos restos de tejido se infectan dando cuadros parecidos a una amigdalitis.

                                                                     


¿Al sacarlas se ven afectadas las defensas del organismo? 
La extirpación de las amígdalas no significa un menoscabo de la función protectora que ellas tienen, ya que ésta es reemplazada por todo el tejido linfático existente en la mucosa faríngea.


Ya que de forma general está cirugía se tolera peor en el adulto,  ¿Hay nuevas técnicas o diferentes a las de los niños para extirpar las amígdalas? 
Existen técnicas diversas y novedosas para efectuar una amigdalectomía, como láser y radiofrecuencia, entre otras, pero la técnica clásica -que consiste en la extirpación completa del tejido amigdaliano- es tan simple y segura que en definitiva es la que usan la mayoría de los cirujanos.

Si me hubiesen preguntado tan solo días atrás si recomendaría en pacientes adultos dicha intervención, mi respuesta sería la desaprobación pero tras leer diversos artículos y referencias que muestran su eficacia he de decir que mi idea ha cambiado.

Alho OP, Koivunen P, Luotonen J y colaboradores. Tonsillectomy versus Watchful Waiting in Recurrent Streptococcal Pharyngitis in Adults: Randomised Controlled Trial. BMJ: 2007. 334(7600):939-941.

jueves, 24 de enero de 2013

La enfermería instrumentista


Una de las cirugías ambulatorias que más estoy viendo durante estas prácticas, por lo que es una de las más comunes según deduzco, es la cirugía por un absceso, en concreto los cutáneos.

Un absceso es una acumulación de pus en cualquier parte del cuerpo, en este caso dentro o sobre la piel que, en la mayoría de los casos, causa hinchazón e inflamación a su alrededor.
Los abscesos cutáneos pueden aparecer en cualquier lugar del cuerpo y afectan a personas de todas las edades.
El tratamiento que se utiliza en cuanto a la cirugía, consiste en abrir y drenar el absceso después de aplicar anestesia en el área. Se deja una compresa en la herida para ayudarla a sanar y que no se cierre de nuevo.
Esta técnica como cirugía que es, se realiza de forma estéril, por lo que el médico necesita de una enfermera “instrumentista” que le ayude.

Es un aspecto de la enfermería que nunca había llamado mi atención y por tanto, no había contemplado.
En la intervención a los pacientes con estos abscesos, realicé yo el paso del material al médico.
En sí, no es una actividad y tarea que me realice en cuanto a mi futura profesión, por el hecho de no poder ejecutar o intervenir de una manera más activa en esta intervención, pero he de reconocer que ha estado llamando mi atención en cuanto a cómo el médico realizaba esto, por qué, en función de qué, etc.
Resulta interesante y emocionante saber el porqué de las cosas, y más aún cuando las razonas y las entiendes, como es lógico.
No me veo capacitada para ejercer de ello, y esto me atormenta en cierta medida, ya que no sabía el nombre del instrumental ni qué utilizaban para la técnica a parte de otras muchas cosas, en las que me sentí inútil.
Como a cualquier persona, este sentimiento no es de mi agrado, pero ello ha propiciado que cuando llegaba a casa, después del turno del hospital, intentaba buscar algo de información para poder evitar esto.
¿Quizá deberíamos hacer prácticas en este ámbito? Igual sí, pero no de todo podemos hacer prácticas, supongo que con el tiempo y el hábito de cuando estemos trabajando en algún sitio, nos dará capacidad para desarrollar destrezas.

De hecho, nadie nace sabiendo, y cada día de algo se aprende.

martes, 22 de enero de 2013

Olvidando recuerdos


Una de las causas que deterioran más las actividades cotidianas de la vida diaria, es la demencia.
Éste es un síndrome clínico caracterizado por una gran variedad de síntomas, siendo el hecho esencial del que derivan la mayoría de las consecuencias, el deterioro cognitivo.

El alzheimer es la demencia con mayor afectación y que imposibilita más a la persona.
Conforme avanza la enfermedad, el deterioro cognitivo se hace cada vez más evidente, afectando a la memoria remota, a la desorientación, desaparece la capacidad de resolver problemas, manejar conceptos o entender bromas, resultando muy difícil el razonamiento con estos, además de cambios en el temperamento, en el estado de ánimo y la conducta.

Isidora, de 87 años de edad ingresa en la urgencia de traumatología debido a una fractura de cadera.
A su ingreso, la señora llega consciente y parcialmente orientada.
Tras la canalización de una vía venosa periférica y posterior administración de fármacos, nos refieren los hijos que debido al alzheimer que padece, podría quitarse la vía y levantarse de la cama, hecho insostenible según creíamos debido su fractura.
Al ir a su cama rato después, la encontramos sentada queriendo irse, sin saber dónde se encontraba y quiénes éramos los de alrededor. ¿Cómo puede variar tanto y tan rápido la percepción de una persona? ¿Hasta qué punto llega la afectación del alzheimer? Y lo que es más importante, ¿cómo abordarlo?

De no haberlo estudiado, no hubiese encontrado relación entre la demencia y la fragilidad, aumentando con ello la incapacidad, el delirum, susceptibilidad a la iatrogenia y sensibilidad al déficit sensorial y al ambiente.
Por ello, al aumentar el exceso de incapacidad, provoca una situación de menor reserva funcional que acrecenta el riesgo de caídas, y de éste, la fractura de cadera.

Para poder abarcar estas situaciones es necesario de una comunicación y asistencia continuada a través de un buen funcionamiento de equipo, ahora por parte de los sanitarios en el hospital, que cambiará en función del establecimiento donde se halle, siendo los hijos y marido en su vuelta al hogar.

Cuando se padece por causa esporádica multifactorial ¿a qué se deberá? ¿Qué influye para el origen de esta enfermedad cuando no es debido a una causa genética?

Perder los recuerdos, las habilidades, olvidarse de quién es uno mismo, ser consciente a veces de ello y otras, indiferente, ¿y el resto? ¿Qué sienten sus familiares?
Supongo que lo que todo el mundo sentiría cuando se tiene un familiar en estas condiciones, pena, tristeza e impotencia. Imposibilidad por no poder impedir el avance de la enfermedad y por ver día a día la “transformación” de su ser querido.

Podría seguir haciéndome preguntas, sin llegar a ninguna conclusión final, pero con ansia por recibir una respuesta a esta incertidumbre que me corroe acerca de ¿por qué?¿cómo?¿a qué se debe?¿cómo impedirlo?

Cada día me asombro más de la incógnita de aquello que sucede y afecta la capacidad cerebral, el cerebro, el motor de nuestra vida...





Cousins, Norman: "La muerte no es nuestra mayor pérdida. Nuestra mayor pérdida es lo que muere dentro de nosotros."




Bibliografía:


Flint Beal M, Richardson E, Martin J. Enfermedad de Alzheimer y demencias afines. En: Harrison TR. Principios de medicina interna. 14ª edición. México: Editorial Interamericana Mc Graw-Hill, 1998: vol. II: 2613-2616.

Berciano Blanco J. Enfermedades degenerativas del sistema nervioso. Demencias. Enfermedad de Alzheimer. En: Farreras P, Rozman C. Medicina Interna.15ª edición. Madrid: Editorial Elseiver, 2006: vol II:1486-1489

sábado, 19 de enero de 2013

Nosotros, primera vía de infección



Tras “macharnos” en alguna clase que otra de la universidad, durante las prácticas en el hospital, y algún seminario acerca de la higiene de manos y uso de guantes, a día de hoy puedo ver claro, lo bien que se me gravó esto.

He observado en más de una ocasión la omisión de los guantes ante la práctica de técnicas o cualquier otro contacto con el paciente, tanto en el ámbito hospitalario como en el ambulatorio.
He de decir que me sorprende, puesto que al ser algo tan básico e imprescindible, tanto para el usuario o paciente como para uno mismo, lo veo a día de hoy necesario para este contacto.
¿Llegaré a perder este hábito?
Es decir, muchos de los enfermeros se justifican con el paso del tiempo, ya que por ello se pueden perder costumbres.
¿Se es consciente que además de proteger al paciente nos protegemos a nosotros mismos?
Y no ya el uso en sí de guantes, sino también el cambio de estos de paciente a paciente.
Se describen como barrera protectora para prevenir la contaminación de las manos cuando se toca sangre, fluidos corporales, secreciones, mucosas o pies no intacta.
Utilizados con el fin de reducir la probabilidad de que los microorganismos presentes en las manos del personal se transmitan a los pacientes al realizar procedimientos invasivos, además de reducir la probabilidad de transmitir microorganismos de un paciente a otro (infecciones cruzadas).

De hecho como refuerzo, plasmo una serie de referencias bibliográficas que acentúan y afianzan esto que cito.

v     Alianza mundial para la seguridad del paciente. Directrices de la OMS sobre la higiene de manos en la atención sanitaria: unas manos limpias son unas manos más seguras. Organización Mundial de la Salud; 2005.

v     MOTILLA, E., ACEBRÓN, V. Protocolos de Enfermería: Higiene de las Manos en el Medio Sanitario. Recomendaciones para el Uso Racional de los Guantes. Hospital Severo Ochoa, Fundación Jiménez Díaz y Hospital de la Princesa (Madrid).

v     M. P. Ramos Hernández, M. D. Martínez Espín, C. Guardiola García. Utilización de equipos de protección individual. Guía de uso de guantes en trabajadores sanitarios. Servicio de Prevención de riesgos laborales. Servicio Murciano de Salud.


Con esto no quiero decir ni mucho menos que se es peor o menos profesional sanitario, sino que una incidencia o un descuido por algo tan simple como el uso de esta barrera de látex o vinilo puede llegar a afectar la salud de uno mismo y de los que nos rodean.

No solo hay que mirar por uno mismo, sino también por los de nuestro alrededor.



                               

miércoles, 16 de enero de 2013

Situaciones difíciles...


¿A qué se debe el título de mi entrada de hoy?
Empezaré a explicar a qué me viene esta pregunta.

Por motivo de disfagia, Dolores acude a urgencias, ya que se encuentra en una situación que no puede sustentar, sintiéndose débil por no poder ingerir alimentos.
Es una mujer de 59 años, totalmente independiente y sin antecedentes de interés.
Dolores, desde hace un tiempo tiene dificultad y dolor al tragar, además cita que presenta dolor en el pecho, sensación de atoramiento en la garganta cuando ingiere cualquier alimento, pesadez  y presión en el cuello.
Con estos datos, me suscitaba que pudiese ser debido a algún problema en el esófago, así como en la musculatura, que tras las pruebas realizadas por la médico se descartó.
Los exámenes que se realizaron fueron una endoscopia de vías digestivas altas (EGD) y una radiografía de tórax, ya que la analítica de ingreso no reflejaba ningún dato relevante.
Tras estas pruebas, desenmascararon un tumor en la región esofágica.
¿Cómo comunicar esto a un paciente?
Es decir, explicar que la causa de esa disfagia, del trastorno de la deglución que padece desde hace un tiempo, es debido a un cáncer de esófago. ¿Qué decir y cómo? Sobre todo, cómo…
Aunque el médico se encargue de transmitir esa información, en la mayoría de las ocasiones, al estar nerviosos y el paciente percibir una situación de caos, dejan de entender aquello que le estaban explicando, y es entonces en donde la enfermera interviene.

Las situaciones que más me cuestan afrontar y enfrentarme, son las de comunicación de información tipo cancerígena o fallecimiento de familiar, no me ubico en estas situaciones el día de mañana para realizar dicha notificación.
¿Le pasará a todo el mundo? ¿Llegaré a perder “ese miedo”?
Supongo que como pasa en la mayoría de las cosas, al final uno, acaba acostumbrándose.








lunes, 14 de enero de 2013

¿Valorando el dolor?



Uno de los ingresos que se ha dado  hoy en la urgencia, ha sido el de Manuela. 
Manuela, es una mujer de 62 años, que acude por motivo de dolor dorsal o lumbar, en la que realizo la extracción de analítica correspondiente por orden médica.
En el transcurso de ésta, me cita la paciente referir un dolor intenso en el brazo irradiado hacia la parte escapular, no paraba de modificar constantemente la postura, citaba una intensidad prolongada, además de escasez salivar, por lo que me planteé algún posible SCA.
Me surgió el pánico de que pudiese estar padeciendo alguna alteración cardiaca, y por ello lo remití al instante.
Estaba sola, ¿qué otra cosa podía hacer? No sabía si estaba haciendo bien o mal, ni de qué forma diferente racionar, de ahí optar por avisar e inmediatamente realizar un EKG, que ya me había planteado.
Y con ello, se descartó cualquier posible alteración además de presentar en éste, ritmo sinusal.

La paciente se encontraba bastante agitada y nerviosa, habiéndoselo consultado de forma continua a la médico y por ello, administrado la analgesia pautada por ésta, sin desaparecer el dolor intenso que padecía, valorado según la escala EVA de 8., y evaluado cada 2h aproximadamente con una correspondiente monitorización de constantes vitales.

Una de las situaciones más complejas en las que me he encontrado, y que en cierta forma no sé o me cuesta  acatar de alguna manera, es la apreciación del dolor.
¿Cómo saber si es cierto o no? ¿Si le duele más o menos?
Por lo estudiado y aprendido, todo dolor es certero, ya que éste es una apreciación subjetiva ligada a la persona.
El dolor está definido como una experiencia sensorial y emocional desagradable, que se asocia a una lesión mística real o potencial, considerando por ello que todo dolor es real, ya que es una experiencia única para cada persona.
Aún con ello, he de admitir que reside en mí esa incertidumbre que no logro descartar, y más aún, sin ver signos faciales y corporales de ese posible dolor que refiere la paciente.
Ya que además, la etiología de éste puede ser distinta, diferenciándose, dolor nociceptivo, neuropático y psicógeno.
Puesto que es algo en lo que quiero indagar, para que no resida en mí esa posible angustia e incertidumbre que me pudiera causar al encontrarme ante un caso así, he buscado información de la cual he sacado cosas en claro y útiles para mi formación:

v     Diana Marcela Achury-Saldaña. Dolor: La verdadera realidad. Aquichan. 2008;8(2):146-58.

v     Tiberio Alvarez Echeverri. Semiología del dolor. Iatreia. 2002;15(3):200-6.

v     Casanovas Segarra, MatildeSoto Soto, RamiraRamón Castany, JoanaMartínez Redondo, César;Serrano Atenza, IsabelSancho Lapardina, Rosa. La valoración del dolor por los profesionales de enfermería. Impacto en el tratamiento y bienestar del paciente. Enferm Clin. 2000;10:235-44.

 

v     M. S. Serr a n o - A t e ro, J. Caballero, A. Cañas, P. L. García-Saura, C. Ser r a n o - Á l v a rez y J. Prieto. Dolor.  R e v. Soc. Esp. 2002; 9: 109-121.

Y para poder valorar o descartar una posible afectación cardiaca, y estar seguro de ello, he buscado cierta información para apoyarme, encontrando las siguientes citas:

v     Fernández Gutiérrez R, Alconero Camarero AR, Pérez Mena S, Sola Villafranca JM. Registros de enfermería en la valoración del dolor en el infarto agudo de miocardio. Enfermería en cardiología: revista científica e informativa de la Asociación Española de Enfermería en Cardiología. 1999(17):20-4.

v     Ariza C. Atención de enfermería al paciente con infarto agudo del miocardio en la fase aguda. Enfermería en cardiología: revista científica e informativa de la Asociación Española de Enfermería en Cardiología. 2001(24):33

Aunque nunca es suficiente con aquello que se lee, y se estudia, aún así me doy cuenta que hay mucho de lo que instruirse.
Nunca se sabe de más y cada día hay algo por aprender.

sábado, 12 de enero de 2013

Acercándome al paciente...


Quiero hilar, encauzar y sobretodo centrar el contexto en el que me encuentro, ya que resultará necesario para poder ubicarme y así realizar un mejor registro de las reflexiones que iré realizando en el día a día, o como bien dice el título de mi anterior entrada: “En este nuevo comienzo”.

Ahora mi sitúo en la urgencia, como bien comenté el día anterior, y ésta se divide en niveles, clasificados en función de prioridad en cuanto a la gravedad de los pacientes.

No hay una enfermera fija en cada turno ni en cada nivel, sino que rotan según plantilla, para lograr en cierta forma una igualdad en cuanto a la carga de trabajo entre todas ellas, y junto a ella, un auxiliar por control.

La distribución y organización del turno, comienza como en cualquier espacio hospitalario, es decir, con la toma de constantes y continua evaluación, seguido de la administración de la medicación pautada y escrita por el médico.
A lo largo de la mañana estos pacientes son valorados por el médico correspondiente para observar su evolución.
En ciertos momentos de la espera del médico por dar unos resultados u ofrecer algún dato a algún paciente, estos aguardan esa situación con cierta ansiedad y nerviosismo, estando únicamente en ese mismo espacio la enfermera, que por falta de información y datos no puede aportar ninguna referencia, diferente a la que sabe.
¿Cómo poder reducir esa ansiedad o angustia que surge? Hablando, charlando con ellos y preguntando lo que les atormenta, de hecho es una de las grandes causas que creo que influyen en gran mediad en la estabilidad del paciente, y con ello, en la mejora o empeoramiento de este.

El planteamiento de cambiar las enfermeras cada día de control en la unidad, veo que puede tener sus lados positivos y negativos.
Observar diferentes formas de trabajar, de cuidar y tratar, así mismo como de pensar, creo que me va enriqueciendo poco a poco adquiriendo información desde distintos puntos de vista, que aunque a veces se contradicen, intento buscar ese equilibrio entre ellas o incluso averiguar la certera.
En cambio, en contra oposición, se encuentra la situación de no lograr hacerme a alguien de forma total, acoplarme a esa persona y poder tener un seguimiento continuo, que de todas formas, creo y considero que esto siempre va a ser un aspecto más positivo en este desarrollo enfermero.

Aunque sí voy viendo una posibilidad de acercamiento al paciente, veo ésta reducida, es decir, diferente a una hospitalización y mucho más aún, distinta a una atención a nivel ambulatorio, pero que aun con eso, se puede hallar.
De nuevo hoy, se encontraba en uno de los sillones Ana María, acudiendo por el mismo motivo que el día anterior, vómitos y nauseas con diagnóstico médico de GEA.
Estaba nerviosa, agitada y algo atormentada, y puesto que el día anterior me había planteado que no llegué a abarcar al paciente en su conjunto, me acerqué a preguntarla.
Hablando con ella, me citó sin parar de rumiar y llorar: ¡pero que mala suerte! Salí anoche del hospital y hoy de nuevo aquí, ¿por qué será? ¿Por qué me pasará esto a mí?
Intenté razonar con ella, hacerla entender que no todo lo malo era eso, pero que al fin y al cabo para eso estaba en el hospital, para que se curase, y tras charlar, y obtener algo de comprensión, fue disminuyendo esa angustia que sentía poco a poco.

Con esta entrada quiero centrarme en la inquietud e intranquilidad que produce una situación desconocida y ajena a uno mismo...

jueves, 10 de enero de 2013

Nuevo comienzo


Estos tres primeros días podría definirlos con un término en conjunto, acoplamiento al nuevo empiece.
Como en todas las prácticas, al comienzo, hay unos días de adaptación, en los que se observa la organización de los profesionales, la ejecución del trabajo de estos por individual y en equipo, los cuidados que realiza el enfermero, y un sin fin de actividades que no terminaría de citar.

La urgencia era aquella práctica más esperada pero a la par la más temida.

Obtengo diferentes sensaciones y sentimientos, algunos contrarios y otros solapados entre ellos, que me han ido surgiendo en la vivencia breve aunque intensa, en estos días.

Llegaba de unas prácticas que nada tenían que ver con las que ahora comenzaba y contando con un periodo bastante largo de no haber realizado practicas hospitalarias.

Si me hubiesen llegado a preguntar, ¿qué tal fue el primer día? No hubiese sabido contestar.
Después de estar ubicada más o menos en el “control” o “unidad” en el que iba a estar, todo empezó a ajetrearse de forma rápida y sin parar.
Este control abarca el nivel II, los sillones. Este se encarga de aquellos pacientes agudos, que se valen por sí mismos.
Me encontraba realizando muchas técnicas, administrado medicación, pautándola, yendo de un lado a otro por acumulo de trabajo, pero en cambio, sin realizar un AUTÉNTICO CUIDADO, es decir,  no recurrí ni un momento esa parte del paciente como persona, sino de forma exclusiva fueron abarcados como patología, con signos y síntomas a tratar.
¿Porqué me ocurrió esto? Por ser el primer día, el no estar aún centrada, el ver pacientes y acumulo continuo de trabajo, no lo sé, pero lo que sí me doy cuenta al pensar y hacer memoria de este día, que no caí en ningún momento en ello, en hablar, escuchar y saber aquello que les pudiera atormentar en ese momento.

He estado realizando técnicas, mejorando éstas por la práctica continua. 
Algunos momentos me he sentido aislada, es decir, una mera alumna, que está para escuchar y callar y en cambio en otros momentos, el contraste de encontrarme como ser individual, es decir, tomando mis decisiones, valorando situaciones y ejerciendo de forma autónoma.
Con esto último sentí cierto miedo, en el sentido de tener más responsabilidad de la que debiera, tratándome alguna gente como enfermera, que en realidad, en poco tiempo lo seré pero que aun sienta extraño el hacerse a la idea.

Según escribo me doy cuenta que solo puedo relatar actividades, sin poder dar experiencias vividas con algún paciente, ni refiriendo a ninguno por alguna causa.
¿Esto es la urgencia o solo la parte en la que me ubico? ¿Cuidados rápidos con aplicación de tratamientos? No sabría decir a día de hoy, si en ella, pudiera darse algo más, distinto, esa enfermera holística que vislumbra las 4 esferas del paciente que se da en la teoría y práctica.
En próximos días prestaré más atención e indagaré en ello, ya que con esto, creo de forma personal que ha sido mi apreciación y aún la desubicación o descontrol que pudiera tener, al fin y al cabo, son los primeros días.