Sé que esta
entrada puede resultar no agradable o impactante, pero veo de necesaria
utilidad el saber y aprender a cómo manejar, valorar e intervenir ante una
situación de alteración psiquiátrica, y en concreto de la que voy a escribir,
el suicidio.
La distribución
mundial de las enfermedades muestra un aumento de los padecimientos psíquicos y
de los asociados con el comportamiento humano.
El suicidio, problema mundial,
nacional, local y familiar, es un fenómeno especialmente trágico porque es una
de las principales causas de muerte en cualquier edad y en grupos de menor edad
y porque es casi completamente previsible. Se define como “el acto consciente
de aniquilación autoinducida, como consecuencia de un sufrimiento
multidimensional en una persona vulnerable, que percibe este acto como la mejor
solución a sus problemas”.
Me planteé
esta situación por la llegada de Esther, de 31 años con su novio y madre a la Urgencia , como
consecuencia de un corte en la muñeca derecha a la altura de las venas.
El personal
sanitario, pasó a Esther a la urgencia general y dentro de ésta, directamente
al box de traumatología, para valorar la herida y realizar la cura.
¿Cómo valorar
a Esther? ¿Se le pregunta directamente porqué se ha realizado el corte? ¿Se
interviene primero a la herida o a la paciente de forma social y mental? ¿Cómo
abordar este tema con la familia?
Para estos
pacientes no hay un box a parte para poder atenderles.
Como la
urgencia es general, es decir, que cualquier paciente puede ser atendido en
cualquier establecimiento de esta, la única puntualización que se tuvo en el
trato de Esther, fue el cerrar la habitación en la que nos encontrábamos
procurando que no molestara ninguna persona ajena, tras esto, la psiquiatra
continuó con la paciente en el despacho de ésta para mayor tranquilidad e
intimidad.
Una vez
dentro, se procedió a la sutura de la herida, encontrándose bastante adormilada
le preguntamos que si había recurrido a algún tipo de medicación o sustancia a
añadir, descartando esto por respuesta de la paciente.
En estos
casos, ¿se cree a la paciente? ¿O se procede a realizar lavado gástrico por
duda?
Igual es un
poco exagerado esto último, pero si es una pregunta que se me dio.
Como no
sabía si enfermería podía intervenir en cierta forma en el manejo de estos
pacientes, me mantuve al margen y ve hacer.
Desde mi
perspectiva, creo que mientras se le estaba realizando la cura de la herida,
podríamos haber indagado sobre el porqué de la realización de esta actividad o
de alguna forma abordar y tantear el pensamiento que le pudiera surgir, para
saber o conocer en cierta manera el estado mental de esta persona e introducir
la conversación, para que posteriormente profundizara el psiquiatra.
¿Por qué en
ese momento no se empezó a evaluar?
Y mientras
la familia, madre y novio de Esther, en el pasillo a la espera. No sé si más
tarde abordarían a la familia tanteando su pensamiento y el posible de la
paciente, ya que fue el novio quien la encontró recién despierta en el baño de
la habitación ante esa situación, pero en ese momento no se habló con ellos.
Entonces, ¿y
la familia? ¿No tratamos a la familia? Para realizar un cuidado integral en
todo paciente se debería tratar tanto a éste como a la familia.
Creo que
deberían haber acatado esta posibilidad, para poder realizar un juicio clínico
más global y concreto, que en cierta forma recoja todos los datos posibles para
el posterior cuidado de la paciente. En ese momento, tanto una enfermera como
un médico, pienso que quizá les tenían que haber metido en otro box o sala a
parte para poder construir esa relación terapéutica.
En este caso,
o por lo menos hasta lo que vi en la urgencia y más tarde pregunté, el
acercamiento hacia el novio y madre de
Esther, se obtuvo al preguntarles de forma general y antes de la cura de la
herida, que a qué creían que se debía esto, por qué y si se lo esperaban.
¿Cómo se
solucionó dicho conflicto?
El problema
que reside en la urgencia, es que la mayoría de los pacientes al no estar
hospitalizados, es decir, presentan una estancia mínima de 24h no se les puede
recoger un seguimiento ni saber qué ha sido de ellos, ya que generalmente la
mayoría de las veces al preguntar a los médicos o enfermeros al día siguiente,
debido al cambio de turno les pierden la pista, se enteran únicamente de lo
mismo de lo que me he enterado en dicho turno.
Desde mi
punto de vista, el personal de enfermería necesita habilidad para
realizar una valoración rápida del paciente en general, y de estos en
particular. Adoptar una actitud conservadora con el fin de descubrir cualquier
trastorno orgánico potencial o un trastorno psiquiátrico mayor e intervenir
oportunamente.
Las situaciones de urgencia exigen una
rápida valoración clínica e intervención.
En el momento de la urgencia, el factor
tiempo, la naturaleza de la toma de decisiones, las expectativas del personal y
de los pacientes, se combinan para plantear unos retos poco comunes. Los
problemas clínicos, están llenos de ambigüedades y a menudo no hay un método
obvio para abordarlos.
Para determinar si una persona
realmente está pensando en suicidarse, hay que comunicarse con ella, y tener en
cuenta la empatía poniéndose en la situación del otro, permanecer calmado y
acrítico, proceder de lo general a lo específico. También se debe considerar la
privacidad y la comodidad, y valorar los antecedentes de conducta violenta y
los signos precoces de ira, hostilidad o conducta agresiva.
Para ello, veo oportuno que se proceda
a reducir los estímulos ambientales, manteniendo poca iluminación y ruidos
bajos en una zona con pocas personas, ya que nos facilitará la comunicación con
el paciente trasmitiendo una actitud de dedicación y preocupación por él,
siempre en un tono de voz suave y uniforme.
Será necesario además retirar los
objetos potencialmente peligrosos (objetos afilados, cinturones, artículos de
vidrio y fármacos) para prevenir cualquier tipo de situación dañina.
En esa conversación previa o
“introductoria” enfermera/médico-paciente en la que más tarde tendrá con el psiquiatra
de forma más extensa, comentar las expectativas y consecuencias de su conducta.
Debiendo realizar con el paciente un pacto conductual en el que no se hará daño
ni a los demás, dando al paciente la oportunidad de expresar sus preocupaciones
y hablar sobre los sucesos, pensamientos y sentimientos (sobre todo la ira) que
puedan haber desencadenado su reacción actual.
Y siempre informar al paciente que el
personal intervendrá si se necesitan medidas de seguridad adicionales para
protegerlo a él y a los demás: aislamiento, sujeciones, tranquilizantes.
Para poder hacernos una idea quien
quiera saber sobre el comportamiento y “la prevención” de esta situación, dejo
aquí algunas referencias bibliográficas que documentan esto.
Pérez S. El suicidio, comportamiento y
prevención. Rev Cubana Med Gen Integr [revista en Internet]. 1999
Abr [citado 2013 Ene 30] ; 15(2): 196-217. Disponible
en: http://scielo.sld.cu/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0864-21251999000200013&lng=es.
Pues si, los intentos autolíticos deben de ser esas situaciones dificiles de manejar como bien has expuesto. Yo creo que has hecho un análisis muy completo de la situación Elena. Buena entrega Elena, si señora.
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