jueves, 7 de febrero de 2013

El suicidio


Sé que esta entrada puede resultar no agradable o impactante, pero veo de necesaria utilidad el saber y aprender a cómo manejar, valorar e intervenir ante una situación de alteración psiquiátrica, y en concreto de la que voy a escribir, el suicidio.

La distribución mundial de las enfermedades muestra un aumento de los padecimientos psíquicos y de los asociados con el comportamiento humano.

El suicidio, problema mundial, nacional, local y familiar, es un fenómeno especialmente trágico porque es una de las principales causas de muerte en cualquier edad y en grupos de menor edad y porque es casi completamente previsible. Se define como “el acto consciente de aniquilación autoinducida, como consecuencia de un sufrimiento  multidimensional en una persona vulnerable, que percibe este acto como la mejor solución a sus problemas”.

Me planteé esta situación por la llegada de Esther, de 31 años con su novio y madre a la Urgencia, como consecuencia de un corte en la muñeca derecha a la altura de las venas.

El personal sanitario, pasó a Esther  a la urgencia general y dentro de ésta, directamente al box de traumatología, para valorar la herida y realizar la cura.
¿Cómo valorar a Esther? ¿Se le pregunta directamente porqué se ha realizado el corte? ¿Se interviene primero a la herida o a la paciente de forma social y mental? ¿Cómo abordar este tema con la familia?

Para estos pacientes no hay un box a parte para poder atenderles.
Como la urgencia es general, es decir, que cualquier paciente puede ser atendido en cualquier establecimiento de esta, la única puntualización que se tuvo en el trato de Esther, fue el cerrar la habitación en la que nos encontrábamos procurando que no molestara ninguna persona ajena, tras esto, la psiquiatra continuó con la paciente en el despacho de ésta para mayor tranquilidad e intimidad.

Una vez dentro, se procedió a la sutura de la herida, encontrándose bastante adormilada le preguntamos que si había recurrido a algún tipo de medicación o sustancia a añadir, descartando esto por respuesta de la paciente.
En estos casos, ¿se cree a la paciente? ¿O se procede a realizar lavado gástrico por duda?
Igual es un poco exagerado esto último, pero si es una pregunta que se me dio.

Como no sabía si enfermería podía intervenir en cierta forma en el manejo de estos pacientes, me mantuve al margen y ve hacer.

Desde mi perspectiva, creo que mientras se le estaba realizando la cura de la herida, podríamos haber indagado sobre el porqué de la realización de esta actividad o de alguna forma abordar y tantear el pensamiento que le pudiera surgir, para saber o conocer en cierta manera el estado mental de esta persona e introducir la conversación, para que posteriormente profundizara el psiquiatra.
¿Por qué en ese momento no se empezó a evaluar?
Y mientras la familia, madre y novio de Esther, en el pasillo a la espera. No sé si más tarde abordarían a la familia tanteando su pensamiento y el posible de la paciente, ya que fue el novio quien la encontró recién despierta en el baño de la habitación ante esa situación, pero en ese momento no se habló con ellos.

Entonces, ¿y la familia? ¿No tratamos a la familia? Para realizar un cuidado integral en todo paciente se debería tratar tanto a éste como a la familia.
Creo que deberían haber acatado esta posibilidad, para poder realizar un juicio clínico más global y concreto, que en cierta forma recoja todos los datos posibles para el posterior cuidado de la paciente. En ese momento, tanto una enfermera como un médico, pienso que quizá les tenían que haber metido en otro box o sala a parte para poder construir esa relación terapéutica.

En este caso, o por lo menos hasta lo que vi en la urgencia y más tarde pregunté, el acercamiento hacia el novio y  madre de Esther, se obtuvo al preguntarles de forma general y antes de la cura de la herida, que a qué creían que se debía esto, por qué y si se lo esperaban.

¿Cómo se solucionó dicho conflicto?
El problema que reside en la urgencia, es que la mayoría de los pacientes al no estar hospitalizados, es decir, presentan una estancia mínima de 24h no se les puede recoger un seguimiento ni saber qué ha sido de ellos, ya que generalmente la mayoría de las veces al preguntar a los médicos o enfermeros al día siguiente, debido al cambio de turno les pierden la pista, se enteran únicamente de lo mismo de lo que me he enterado en dicho turno.

Desde mi punto de vista, el personal de enfermería necesita habilidad para realizar una valoración rápida del paciente en general, y de estos en particular. Adoptar una actitud conservadora con el fin de descubrir cualquier trastorno orgánico potencial o un trastorno psiquiátrico mayor e intervenir oportunamente.

Las situaciones de urgencia exigen una rápida valoración clínica e intervención.
En el momento de la urgencia, el factor tiempo, la naturaleza de la toma de decisiones, las expectativas del personal y de los pacientes, se combinan para plantear unos retos poco comunes. Los problemas clínicos, están llenos de ambigüedades y a menudo no hay un método obvio para abordarlos.

Para determinar si una persona realmente está pensando en suicidarse, hay que comunicarse con ella, y tener en cuenta la empatía poniéndose en la situación del otro, permanecer calmado y acrítico, proceder de lo general a lo específico. También se debe considerar la privacidad y la comodidad, y valorar los antecedentes de conducta violenta y los signos precoces de ira, hostilidad o conducta agresiva.
Para ello, veo oportuno que se proceda a reducir los estímulos ambientales, manteniendo poca iluminación y ruidos bajos en una zona con pocas personas, ya que nos facilitará la comunicación con el paciente trasmitiendo una actitud de dedicación y preocupación por él, siempre en un tono de voz suave y uniforme.
Será necesario además retirar los objetos potencialmente peligrosos (objetos afilados, cinturones, artículos de vidrio y fármacos) para prevenir cualquier tipo de situación dañina.
En esa conversación previa o “introductoria” enfermera/médico-paciente en la que más tarde tendrá con el psiquiatra de forma más extensa, comentar las expectativas y consecuencias de su conducta. Debiendo realizar con el paciente un pacto conductual en el que no se hará daño ni a los demás, dando al paciente la oportunidad de expresar sus preocupaciones y hablar sobre los sucesos, pensamientos y sentimientos (sobre todo la ira) que puedan haber desencadenado su reacción actual.
Y siempre informar al paciente que el personal intervendrá si se necesitan medidas de seguridad adicionales para protegerlo a él y a los demás: aislamiento, sujeciones, tranquilizantes.

Para poder hacernos una idea quien quiera saber sobre el comportamiento y “la prevención” de esta situación, dejo aquí algunas referencias bibliográficas que documentan esto.

Pérez S. El suicidio, comportamiento y prevención. Rev Cubana Med Gen Integr  [revista en Internet]. 1999  Abr [citado  2013  Ene  30] ;  15(2): 196-217. Disponible en: http://scielo.sld.cu/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0864-21251999000200013&lng=es.

Arrillaga M, Ballesteros JQuerejeta I. Valoración del paciente suicida. Riesgos y prevención. Rev Form Med Contin Aten Prim. 2002; 9 (3): p 168-75.









1 comentario:

  1. Pues si, los intentos autolíticos deben de ser esas situaciones dificiles de manejar como bien has expuesto. Yo creo que has hecho un análisis muy completo de la situación Elena. Buena entrega Elena, si señora.

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